anagrama
cerrar boton_cerrar

Mariano Constante, notario de Mauthausen

El dirigente comunista en el campo nazi narra su lucha por la libertad en 'Los años rojos'

MIGUEL MORA  -  Madrid

Fue uno de los oficiales más jóvenes del Ejército republicano español. La guerra le atrapó con 16 años y ya no le soltó hasta los 25. En esos nueve años fue herido y ascendido a teniente, vio morir a miles de compatriotas, fue vejado y maltratado por Francia pero cuando los nazis invadieron el país vecino fue capaz de olvidar y entender que debía seguir luchando por la democracia contra el fascismo -"era la misma guerra, el mismo enemigo que habíamos tenido en España"- y combatió en la Línea Maginot hasta que fue capturado por los alemanes y deportado al campo de exterminio de Mauthausen, cerca de Viena, en 1941.

Allí, con otros comunistas españoles, Constante organizó una red clandestina de resistencia y se las arregló para sobrevivir y para ayudar a sobrevivir a muchos, ya fueran camaradas o no. "A los españoles nos temían todos en Mauthausen. Llegamos allí de los primeros y nunca perdimos la dignidad. Éramos más duros que cualquiera, peores que los peores. Murieron muchísimos pero hicimos más de lo que se podía hacer, cosas imposibles, y jamás hicimos el juego a los alemanes. El entendimiento entre nosotros fue la clave. Cada uno era el eslabón de una cadena, todos éramos una madeja. Sí, hubo un héroe en Mauthausen: el pueblo español, los republicanos españoles".

Eso decía ayer Constante, un joven locuaz de 85 años dotado de una memoria infalible, un humor aragonés y una cabeza ordenadísima y precisa, en la presentación de su libro Los años rojos (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores). Con él estuvieron el académico Luis Mateo Díez y el editor Joan Tarrida, que parecían tan fascinados como los periodistas con la personalidad arrolladora y la capacidad de análisis de este hombre que dedicó los mejores años de su juventud a pelear contra la historia.

Como escribe Antonio Muñoz Molina en el prólogo, cuando Constante salió en 1945 de Mauthausen "había vivido ya más vidas y conocido más experiencias de las que puede imaginar cualquiera de nosotros".

Los años rojos sorprende además por la claridad de la prosa, por el rigor en las citas de fechas, nombres, cifras y lugares, y, sobre todo, por la contención de la escritura: Constante narra acontecimientos de un dramatismo desolador y de un heroísmo inconsciente con el tono y el talante del que cuenta una aventura sin importancia. "El humor nos salvó a muchos. Cada día íbamos a la cantera 800 españoles y 50 o 60 caían muertos. Decidimos dar la vuelta a la tortilla para sobrevivir, y animamos a los franceses y a los checos a hacer frente común: los nazis nos querían divididos. No todos éramos comunistas, aunque la mayoría, sí".

Hijo de un maestro de escuela socialista de Riglos (Huesca), Constante sigue siendo comunista aunque a su vuelta de Mauthausen fue condenado a muerte por el Buró Político del PCUS acusado de colaborar con los alemanes. Después de salvar por enésima vez el pellejo, Constante se dedicó a dar fe de lo que había vivido, a refutar a los negacionistas y a desenmascarar a los falsos héroes a través de libros como Yo fui ordenanza de las SS, conferencias y documentales. Hoy reclama un monumento que honre la memoria de los "cientos de caídos españoles anónimos que lucharon con los aliados contra el fascismo".

*Fuente : El País, 3 de junio de 2005