anagrama
cerrar boton_cerrar

Franco pierde su última guerra

La estatua del dictador que permanece en la Academia General Militar desde 1948 fue un regalo del Ayuntamiento de Zaragoza El Congreso ha pedido que se retire

GORKA MORENO ARRATIBEL

Dicen que don Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido socialmente como El Cid Campeador , ganó una batalla después de muerto. Justo lo contrario de lo que ha hecho Franco, cuyos últimos vestigios morirán en el olvido tras perder los pocos apoyos políticos que le quedaban. La Comisión de Defensa del Congreso pidió al Gobierno central el pasado miércoles que retire la estatua ecuestre del dictador que permanece en la Academia General Militar (AGM) de Zaragoza desde 1948. Un regalo del Ayuntamiento de Zaragoza que más de medio siglo después sigue dando guerra y que los populares se negaron a eliminar en el 2001.

La verdadera historia de la estatua resulta confusa y está llena de leyendas. Casi nadie quiere hablar del asunto, ni siquiera la propia AGM, desde donde se rehusó hacer declaraciones a pesar de la insistencia de este periódico.

Fue el alcalde Francisco Caballero el que tomó la iniciativa para dar forma al monumento, que fue aprobado en el pleno municipal del 16 de septiembre de 1942. Tras el pertinente concurso, el artista Moisés de Huerta esculpió el conjunto escultórico, que consta de un enorme pedestal, un caballo y el jinete Francisco Franco con sublime semblante, y que se instaló definitivamente el 15 de diciembre de 1948. Por aquel entonces, José María Sánchez Ventura estaba al frente del consistorio.

Caballero intentó implicar a los zaragozanos en el proyecto y abrió una suscripción por la que los ciudadanos podían aportar fondos de su bolsillo. Pero cuentan que apenas se recaudaron unas pocas pesetas. No debió de importarle mucho el rechazo popular al alcalde, porque el consistorio pagó de las arcas municipales cerca de un millón de pesetas de las de entonces, que no es poco.

Y a pesar de este inconveniente, la estatua ocupó un lugar preferente en la AGM, en el punto de unión de la avenida de acceso y una calle perpendicular por la que desfilan los cadetes en los actos solemnes. La tribuna presidencial se suele situar delante del conjunto escultórico.

Ya en pleno siglo XXI, y cuando la memoria del dictador se había convertido en una lacra histórica, Izquierda Unida presentó una proposición no de ley en la Cámara Baja para proceder a la retirada de la escultura. Una época en la que la exalcaldesa de Zaragoza, Luisa Fernanda Rudi, ocupaba la presidencia del Congreso.

El argumento esgrimido por los populares fue muy simple: a su juicio, la estatua se había levantado porque Franco ocupó el cargo de primer director de la segunda época de la AGM, entre 1928 y 1931. Aunque el centro se creó en Toledo en 1882 bajo la monarquía de Alfonso XII, se cerró posteriormente en 1893 y volvió a reabrirse, ya en Zaragoza, en 1927, tras una propuesta de Miguel Primo de Rivera.

Nada más lejos de la realidad, ya que en la inscripción que acompañaba a la escultura inicialmente se dejaba bien claro que el monumento se le había erigido como caudillo invicto de España. El triunfo en la Guerra Civil y el puesto de director del centro poco tenían en común. Mejor dicho, nada. "Creo que hay quitarla de allí. Seguro que en las academias alemanas e italianas no están Hitler o Mussolini, que serían sus equivalen tes. No tiene sentido mantener el monumento de un dictador que subió al poder a través de un golpe de Estado" , afirmó a este periódico el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, Miguel Angel Ruiz Carnicer.

Según algunos historiadores, fue el general Javier Calderón, exdirector del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), quien ordenó cambiar años después el rótulo de la estatua por otro en el que podía leerse el reconocimiento al dictador como primer dirigente de la AGM desde que ésta se ubicó en Zaragoza. También mandó que se sustituyera la inscripción de un monolito ante el que los cadetes solían saludar tímidamente. Un monolito que pasó de ser un homenaje a los caídos por Dios y por España a un recuerdo de los muertos de la guerra. El lenguaje se iba amoldando a las exigencias democráticas, en una sociedad aún convulsa por décadas de opresión.

Reacciones de los militares

Ayer, incluso el comandante militar de Zaragoza y Teruel, el general de división Fernando Torres, que fue director del centro entre el 2000 y el 2003, habló sobre este asunto y mostró su "total disposición para cumplir y respetar las órdenes del Gobierno".

La decisión del Congreso, que recibió el respaldo de todos los partidos salvo del PP y Coalición Canaria, que se abstuvieron --los populares cambiaron de criterio--, fue recibida con agrado por varios oficiales con los que contactó este periódico. Todos ellos se formaron en la AGM, pero aseguran que nunca se cuadraron ante el conjunto escultórico. "No era costumbre. Lo cierto es que la permanencia de la estatua perjudica la imagen del Ejército. Parece que apoyamos a Franco con el silencio institucional, pero no es así", indicó uno de los oficiales.

Otros aún fueron más críticos y apuntaron que, por respeto a las víctimas del franquismo, "hace mucho tiempo que debió destruirse" el monumento. Eso sí, uno de los militares se limitó a decir que "ya no es tiempo de hacer un uso partidista de este tipo de temas".

Y es que, casi treinta años después de su muerte, Franco sigue provocando batallas. Pero parece que ésta la ha perdido definitivamente.

*Fuente : El Periódico de Aragón, 11 de febrero de 2005