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Rastros del exilio americano en la obra de artistas gallegos

La exposición se planteó como una reflexión sobre la identidad gallega. Su hipótesis fue que la diáspora dejó en ese pueblo una marca indeleble

Alberto Giudici. ESPECIAL PARA CLARIN

Salían del puerto de Vigo en sucesivas oleadas durante la primera mitad del siglo veinte. Sus destinos: México, Cuba, Uruguay, Argentina. La diáspora, como una herida sangrante, marcó la historia de Galicia a la vez que dejó una huella indeleble entre los que se fueron. "Un inmigrante no vive en su tierra: la lleva con él." Conmovedora, la cita de Luis Seoane —entrañable artista argentino-gallego— da el clima de la muestra Diáspora, 10 artistas gallegos en el exilio latinoamericano 1930-1970, que terminó el domingo en el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) de Vigo.

A partir de 72 pinturas, dibujos, fotografías y esculturas, películas y libros editados en Buenos Aires, se articulan tres ejes: la Guerra Civil, la nostalgia del país que se dejó y la influencia de la nueva tierra en esos artistas. Según el curador Carlos López Bernárdez, autor de numerosos trabajos dedicados a las vanguardias gallegas, es imposible imaginar Galicia sin el goteo imparable de exilios que arranca a fines del siglo XIX y prosigue tras la Guerra Civil y en los sesenta. "Ello, señala, tuvo consecuencias complejas en nuestra cultura, por la partida de figuras relevantes de las artes y las letras y efectos secundarios a largo plazo en la producción artística de los nacidos fuera de la patria".

El ocaso del último bastión del franquismo en España encarnado por Fraga Iribarne —golpe de gracia que le asestaron los residentes en Buenos Aires en las pasadas elecciones regionales—, facilita esta tarea en la cual Galicia se mira en la diáspora para recuperar gran parte de su identidad truncada y falseada por el discurso oficial.

En esa línea, la muestra del MARCO realizó un minucioso abordaje de diez artistas significativos para desgranar un fenómeno nunca estudiado: el

efecto del exilio en sus obras y también la herencia que dejaron en los países de residencia. Contribuye a ello la exhumación de trabajos poco conocidos o inéditos, como los de Arturo Souto Feijoo o Manuel Colmeiro —este último uno de los autores, junto con Spilimbergo, Berni, Castagnino y Urruchua de los murales de las Galerías Pacífico de Buenos Aires—, que muestran su compromiso con la República y durante la Guerra Civil. Luego, el núcleo fundamental del exilio se asentará en Argentina, donde en 1944 se crea el Consello de Galicia, aglutinando a pintores y escritores como Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Maruja Mallo, Colmeiro, Castelao, Seoane, Arturo Cuadrado, y años más tarde a Laxeiro y Isaac Díaz Pardo.

En diálogo con Clarín, correo electrónico mediante, la periodista y escritora Carmen Sampedro no oculta su emoción frente al reencuentro con momentos significativos de su propia historia. Partió de Vigo, con sus padres, cuando tenía un año y, tras medio siglo en Buenos Aires, regresó al punto de salida no hace mucho. Sampedro, que no olvida los encuentros en la sede porteña de la Federación de Sociedades Gallegas cuando Antonio Cuadrado recitaba sus poemas rodeado por emblemas y cánticos de la España republicana, destaca el impacto que ahora le produjeron los dibujos de Castelao sobre la Guerra Civil, por lo goyesco de su fuerza dramática. De Maruja Mallo rescata Mujer con cabra, que remite a los muralistas mexicanos con el colorido de rojos, verdes, rosas, marfiles y azulinos, y el Retrato de mujer negra, de 1951, una cabeza impresionante de perfil en la que el ojo —el único matiz blanco en el cuadro— le parece inquietantemente vivo. "Pero el cuadro que me hubiera llevado a casa es Interior de camerino, de Souto Feijoo, emparentado con el expresionismo alemán y con un aire cubista en las figuras de las bailarinas con melenas cortas y lacias, como la Lulú de Louise Brook", señala. Para la nostalgia menciona el afiche de una exposición de Seoane donde se lee: "Seoane 1955 Exposición del 7 al 19 de septiembre, Buenos Aires, Galería Bonino, Maipú 962".

En términos estéticos, una pieza fundamental de la muestra es el gran panel El nacimiento del teatro argentino, bocetado por Seoane en 1956 para el mural de 11 x 33 metros realizado en el Teatro Municipal San Martín. De formas sintéticas y grandes planos de color, es uno de los mayores exponentes del muralismo en nuestro país.

Dejaron sus tierras, aquí están las huellas.

*Fuente : Clarín.com, 13 de septiembre de 2005