Un censor implacable
Historias de A Coruña | Las restricciones del franquismo Francisco Serrano Castilla fue delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo durante casi dos décadas, entre 1948 y 1967
Durante el desempeño de sus cargos en la Delegación del Ministerio de Información y Turismo de A Coruña, Serrano Castilla fue un censor severo e implacable, tanto en prensa como en actividades culturales y artísticas. Su gracejo andaluz lo convertía a veces en algo grotesco. Sus salidas de tono eran, a veces esperpénticas, como una vez que dijo por la radio que la frase más patriótica de la historia de España era «¡Franco, Franco, Franco!». Otra vez le dijo a una autoridad que estaba con él esperando la llegada del Caudillo: «La inclinación mínima que debe hacerse al saludar al Generalísimo es de cincuenta grados».
Francisco Serrano Castilla había nacido en Granada en 1917. Estudió Filosofía y Letras, obteniendo la licenciatura y el doctorado. Militante de Falange, obtuvo por oposición la cátedra de Literatura del Instituto de Enseñanza Media Eusebio da Guarda, de A Coruña.
Movimiento
Desempeñó, asimismo, la Delegación Provincial de Información y Turismo (al principio se denominaba Delegación Provincial de la Vicesecretaría de Educación Popular) desde 1948 hasta 1967, en que fue sustituido por Enrique Santín Díaz. Fue, también, consejero provincial del Movimiento y jefe del Departamento de Seminarios de FET y de las JONS.
Posteriormente fue trasladado a Oviedo, donde siguió ejerciendo la docencia y al mismo tiempo la Delegación del Ministerio de Información.
A lo largo de su virreinato, Serrano fue protagonista de numerosas anécdotas. Además de las citadas, destacaron otras, relacionadas, también, con la moral, como el máximo interés que tenía porque en las actuaciones musicales y teatrales las artistas llevasen siempre faldas «reglamentarias», esto es, a un máximo de diez centímetros por encima de las rodillas.
Camerinos
Para ello, sus agentes se presentaban en los camerinos antes de salir a escena, con el correspondiente metro extensible. Algunos de ellos aprovechaban la ocasión para dar un sobeteo a las piernas de las artistas. El veterano periodista Vituco Leirachá recuerda que muchos directores de las compañías salían precipitadamente a una mercería existente cerca del Teatro Rosalía de Castro para comprar varios metros de gasa con los que prolongar las faldas de sus artistas y evitar así engorrosos contratiempos de última hora.
Contra los «besos de tornillo»
Fue también censor en las películas de los denominados besos de tornillo , como el de Burt Lancaster y Deborah Kerr en De aquí a la eternidad , o los de Clark Gable y Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó . Otra de sus debilidades era cumplir las instrucciones del director general de Prensa, que estipulaba la publicación en los periódicos de un máximo diario de tres crímenes producidos en España, mientras podían salir los que quisiesen del extranjero.
Serrano escribió diversos trabajos literarios y de erudición, como Menéndez Pelayo y el Padre Feijoo, Los precursores de Menéndez Pelayo vistos por don Marcelino; Menéndez Pelayo, senador de la Universidad de Oviedo; ¿Fue infante don Juan Manuel?, Doña Emilia Pardo Bazán y el primer centenario del nacimiento de Espronceda y F rancisco de Cobaleda. Ensayo sobre un poema inédito del barroco español. Era sobrino político del padre Mauro, abad del monasterio de Samos y conocido por su ideología ultra, además de por ocultar falangistas en los meses previos al alzamiento contra la República.
Estaba en posesión de la encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio, de la cruz de Cisneros, encomienda de la Orden del Mérito Civil y medalla de la Orden del Yugo y las Flechas Rojas. Falleció en el 2001. Estaba casado con Sara Gómez Lemos, de la que tuvo cuatro hijos: María del Carmen, Sara, María Antonia y Marcelino. *Fuente: *Fuente : La Voz de Galicia, 18 de agosto de 2005
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