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«La transición fue una burla tremenda para los españoles»

«No vivimos en una democracia real: el voto exige conocimiento, voluntad, criterio...»

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

«Los náufragos del Stanbrook» es el título de la última entrega de la serie que Rafael Torres ha dedicado a la guerra civil -una expresión que él nunca utiliza- y con la que ha ganado la última edición del premio de novela «Ateneo de Sevilla». Ayer, el columnista de LA NUEVA ESPAÑA defendió, en Foro Abierto, el valor de la memoria y reflexionó sobre la autenticidad de la democracia.

-¿Por qué eligió ese acontecimiento para cerrar la serie?

-Es el momento más simbólico del inmenso drama que significó la guerra del 36, que yo me niego a llamar guerra civil porque realmente es un golpe de estado frustrado. Quince mil personas se agolparon en el puerto de Alicante esperando unos barcos que no llegaron nunca. El drama es doble. Murió un proyecto general de vida y todos los proyectos particulares. Quienes embarcaron en el «Stanbrook» dejaron atrás su vida, una vida en paz.

-En Alicante se abrió una suscripción para levantar un monumento en memoria de aquello. ¿Esa ciudad guarda el recuerdo del «Stanbrook»?

-Basta con suscitarlo. A la presentación asistieron más de 300 personas, supervivientes, testigos. El pueblo de Alicante socorrió como pudo, con naranjas, a quienes no embarcaron y fueron conducidos exhaustos a campos de concentración.

-Existe el riesgo de que todo aquello quede en el olvido.

-A los españoles se les ha sometido a una burla tremenda con la transición. Les convencieron de que no recordaran para evitar conflictos y sólo mediante el recuerdo es posible alcanzar el olvido. Han intentado que esos recuerdos mueran con ellos pero los hijos, los nietos, tienen una necesidad imposible de ahogar, la de saber de donde vienen.

-¿Podrían repetirse hoy, en España, unos hechos similares a los del 36?

-Las pistolas y los cañones de entonces son ahora las tecnologías embrutecedoras, los medios de comunicación, convertir a los trabajadores en especuladores, utilizando los precios de los pisos... No vivimos en una democracia real. El voto exige conocimiento, voluntad, criterio... La democracia le viene muy bien a los antidemócratas cuando controlan esas armas.

*Fuente : La Nueva España. 2 de Diciembre de 2004