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El libertador de París

Sonríe nervioso cuando al otro lado del teléfono alguien le habla en español. Hace tiempo que dejó de visitar Asturias, cuando los años comenzaron a pasar factura. Campesino en Ibias , prisionero de guerra en Zaragoza, militar en el norte de Africa , libertador de Paris. Después de una juventud arriesgada en las peores batallas del siglo XX, su labor de tapicero le concedió la tranquilidad que otros le robaron. Sin embargo, la rabia sigue presente en sus palabras. Dos imágenes de su biografía concentran sus principios. Nunca podrá olvidar los ojos del oficial nazi que le escupió en la cara, ni los del general De Gaulle cuando, 10 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, le impuso la medalla de la legión de honor.

A sus 85 años, Manuel Fernández vive en una residencia de la bretaña francesa con su mujer. El cabo Fernández será uno de los soldados homenajeados por el Ayuntamiento de París, que el 24 de agosto celebra el sesenta aniversario de la retirada de los nazis. Manuel formaba parte de las tropas que llegaron a la capital.

La intervención de la corresponsal de la revista Tiempo, Evelyn Mesquida , ha servido para reconocer la providencial intervención de los brigadistas españoles en la batalla contra el ejército alemán. Miles de republicanos integraban la división del general Lecrerc que partió de Marruecos para liberar el continente. Entre sus fieles escuderos estaba un decidido joven de Ibias , Manuel Fernández.

Su único horizonte , cuando estalló la Guerra Civil, era el campo. A sus 18 años, nada le hacía presagiar que antes de un año caería preso y que recorrería, en un cruel peregrinaje, los peores campos de concentración. En La Harinera de Gijón dejó para siempre a su padre. Trabajó como un esclavo, construyendo puentes y carreteras, en León y en Cataluña. En los Pirineos consiguió fugarse a Francia, donde el destino le tendría preparada otra batalla, porque la maquinaria nazi ya estaba en marcha.

Los alemanes no le eran desconocidos. Un oficial le había escupido y otros le habían obligado a desnudarse y a fingir que se estaba despiojando, "como si fuese una fiera", para incluirlo en una película que estaban rondado sobre los republicanos. "Sólo tenía en la cabeza la palabra venganza, juré vengarme y lo logré. Lo peor para un hombre es la humillación. Es preferible que te den dos bofetadas a que te escupan", sentencia Manuel.

Una vez en Francia se dedicó a lo único que sabía haber. Se enroló en la legión extranjera y combatió como uno más, hasta que el mariscal Petain cedió a los intereses de Hitler . Experimentado en las costumbres de los nómadas, cogió sus escasas pertenencias y huyó a Africa : "Mis principios no me permitían seguir allí". Y tampoco le permitieron estar mucho tiempo apartado.

En Túnez conoció al general Leclerc , al que seguiría hasta el final y del que todavía habla con una admiración poco disimulada: "Era un hombre fantástico, una persona fuerte, un liberal que sólo permitía a sus hombres saludarle una vez al día". Bajo el mando del patrón, como le solían llamar, estaban centenares de españoles, que desembarcaron en Normandía el 1 de agosto del 44, sólo unos días después que los americanos. Los republicanos estaban repartidos en una compañía llamada La Nueve y en la CA 3, la compañía de acompañamiento del tercer batallón a la que pertenecía Manuel.

Al campesino de Ibias le abandonó la suerte el 14 de agosto, cuando marchaba sobre París. Un cañonazo le hirió de gravedad y tuvo que permanecer un año en el hospital. Sólo lamenta no haber podido compartir con sus compañeros la sensación de liberar la capital francesa 10 días después.

Han pasado seis décadas. El joven asturiano pudo abrazar a su familia por primera vez en el año 1962. La pobreza que encontró en España era una nueva imagen que le quitaba el sueño. Pero Francia trata bien a sus soldados y no pensó en regresar. Le formaron como tapicero y le dieron una pensión como herido de guerra. Manuel se casó y supo cuál era su nueva patria, al igual que muchos españoles que recorrieron su mismo camino. Desde su retiro bretón, aplaude que las nuevas generaciones conozcan su historia.

*Fuente : La Voz de Asturias, 27 de Junio de 2004