Recuerdos agridulces de Luis Martí Bielsa, ex resistente, y Miguel Núñez, combatiente antifranquista en la liberación de París
LOLA GALÁN - Madrid
Luis Martí Bielsa, antiguo miembro de la Resistencia, sabe que no podrá dominar la emoción cuando el alcalde de París, Bertrand Delanoë, descubra el próximo martes una placa conmemorativa de la participación española en la liberación de la capital francesa, en agosto de 1944. A su lado estarán otros nueve republicanos, antiguos guerrilleros o combatientes en la Francia ocupada. Una exigua representación si se tiene en cuenta que fueron varios miles los compatriotas que lucharon para expulsar a los nazis del país vecino hace 60 años.
"Este homenaje llega demasiado tarde. Ya quedamos muy pocos supervivientes de aquellos sucesos", dice con un deje de amargura este aragonés de 82 años, afincado en Barcelona. "A mí, ni me va ni me viene este reconocimiento porque nosotros combatíamos contra el fascismo, que era nuestra obligación. Lo que hubiera agradecido más es que el Estado francés se hubiera decidido a pedirnos perdón por el trato terrible que recibimos los republicanos al cruzar la frontera. Éramos soldados derrotados y nos trataron como a salvajes, como a asesinos". La queja no es extensiva al pueblo francés, "porque los que sabían lo que nos estábamos jugando en España nos acogieron muy bien", añade. Pero el homenaje programado con grandes fastos en la capital francesa, en el 60º aniversario de su liberación, despierta pasiones encontradas. "Tiene un aspecto positivo, porque supone un reconocimiento a los españoles, que fuimos los primeros en entrar en París, no sólo con los tanques, sino con la infantería, que era uno de los puestos más peligrosos", dice Miguel Núñez, de 84 años, ex diputado comunista en las dos primeras legislaturas de la transición, y en aquellos turbulentos años, dirigente político de la Agrupación Guerrillera de Cataluña. ¿Y el aspecto negativo? "No podemos olvidar que el Gobierno francés se negó a entregarle al Frente Popular las armas compradas y pagadas, por miedo a los alemanes". Sin olvidar el mal trato recibido al cruzar la frontera al que se refiere Martí Bielsa. Para el aragonés, que salió de su casa a los 14 años para luchar como voluntario en la Guerra Civil, en 1936, Francia fue también una escuela de combate. "Primero formé parte de la Resistencia en el sur y, cuando ya las cosas se me pusieron difíciles, pasé a París, donde me reencontré con la familia". Allí se incorporó a las filas de la Resistencia, que era más bien una red de saboteadores. Martí Bielsa recuerda que en la fábrica donde trabajaba, reparando los camiones alemanes que llegaban destruidos del frente, se hacían cosas, "como echar arena en los cojinetes de las ruedas". "Pero los alemanes nos descubrieron y nos detuvieron a 50 a punta de fusil y nos deportaron a Dachau". Él logró escaparse de milagro y evitar el campo de concentración gracias a un carné de identidad español conseguido por amistad. De esta forma pudo permanecer en París y participar en la insurrección que comenzó el 19 de agosto de 1944. En esos momentos finales, cuando ya se había producido el desembarco aliado en Provenza, "los parisinos se movilizaron. Todavía guardo algún pasquín de la época.
"A chaque français, son boche" ("A cada francés, su alemán)", rezaba uno de ellos. Entonces se multiplicaron los actos de sabotaje. Por ejemplo, "las flechas que señalizaban en las calles de París el camino que tenían que seguir necesariamente las fuerza alemanas del frente del Atlántico, ya en retirada hacia Berlín, fueron cambiadas de sitio y los camiones daban vueltas, perdidos por la ciudad, de forma que era más fácil alcanzarles desde las barricadas". Cuando Francia quedó libre de alemanes, los republicanos españoles comprobaron decepcionados que el avance hacia España no entraba en los planes de los aliados. Martí Bielsa regresó a Cataluña para iniciar la actividad clandestina. Pero fue detenido en 1946 y pasó seis años en la cárcel. En ese tiempo conoció a algunos de los ex combatientes de la resistencia española que estarán el próximo martes en París, porque casi todos probaron la prisión. Miguel Núñez estuvo preso en diferentes periodos hasta 17 años. Quizás no sin motivo. "En archivos militares he encontrado los papeles que nos requisaron en la detención que sufrí en 1945, cuando preparábamos la liberación de los presos de la cárcel de San Elías, en Barcelona. Y figuraba hasta un plano bastante detallado de la prisión". Núñez, como Martí Bielsa, tiene buenos recuerdos de los
camaradas franceses, "que nos ayudaron muchas veces a sacar gente de aquí", pero aún les escuece el recuerdo del mal trato sufrido en suelo francés al terminar la guerra. "Si al menos hubieran sido capaces de pedirnos perdón", insiste Martí Bielsa, "pero me moriré sin verlo".