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'30 minuts' muestra el horror del campo de Ravensbrück

  TV-3 celebra el 60° aniversario de la liberación del campo de exterminio

ANA LÓPEZ
BARCELONA


30 minuts. TV-3, 21.40

Hace 60 años, las tropas soviéticas liberaron en su paso hacia Berlín muchos de los campos de exterminio nazis, dando a conocer al mundo el horror que habían vivido millones de personas. Ravensbrück fue uno de ellos, aunque su nombre ha quedado eclipsado por el de Auschwitz o Mathausen. 30 minuts le dedica esta noche un reportaje especial de una hora, realizado por Montse Armengou, Ricard Belis y Maria Josep Tubella, los artífices de El comboi dels 927.
Situado a unos 90 kilómetros de la capital alemana, escondido en una zona pantanosa, el campo de Ravensbrück tenía una característica que le diferenciaba del resto: era sólo para mujeres y niños. "Aquellas mujeres eran como calaveras que nos miraban. Entendimos que salíamos del mundo. Dante no conoció el infierno. El infierno estaba en Ravensbrück" , explica en el reportaje Neus Català, la única exiliada republicana que sobrevivió al horror.
En el centro había resistentes francesas, polacas y alemanas. Y no todas ellas eran judías. Muchas llegaron hasta allí porque los nazis las consideraban asociales. "Eran mujeres comprometidas políticamente --explica Armengou-- , y muchas de las alemanas estaban allí simplemente por ser hijas de madres solteras o no aceptar ir a trabajar al campo, como les exigían las autoridades. Hay el caso de una que fue internada por haber ayudado a una mujer rusa embarazada que trabajaba en su empresa".

UNA INDUSTRIA DE GUERRA
El campo de exterminio se convirtió en una potente industria de guerra. "Fabricaban componentes eléctricos para Siemens y tejían los uniformes para los soldados" , revela Armengou. Cuando ya no servían para trabajar, dejaban morir a las internas de hambre o de frío.
También en Ravensbrück hubo experimentos científicos. Los llevó a cabo el doctor Gebhardt. "Quería comprobar qué medicamentos iban bien para la gangrena de los heridos en el frente", dice la periodista. Utilizó a 74 mujeres polacas, a las que infectó las heridas practicadas en las piernas. Las que sobrevivieron han sufrido secuelas toda su vida. El resto no tuvo tanta suerte.


*Fuente: El Periódico, 1 de mayo de 2005