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Emilio Díaz y el pasado incómodo

José Ramón Villanueva Herrero - Historiador

Resulta sorprendente la polémica suscitada días atrás ante la propuesta planteada en Alcañiz por el PSOE para suprimir las denominaciones con que dicha ciudad recuerda a dos personas vinculadas con la dictadura franquista: el Colegio Público "Emilio Díaz" y la calle General Cebollino. Dicha propuesta, de elemental sentido democrático, ha originado posicionamientos encontrados: mientras la derecha local la rechaza sin argumentos consistentes, el PSOE estima, con toda razón, que ya es hora de eliminar de la toponimia urbana los nombres de tan destacados partidarios del régimen liberticida franquista.

El Grupo Municipal Socialista de Alcañiz ha propuesto, con valentía y coherencia, que se cambien ambas denominaciones de signo antidemocrático, así como la necesidad de consensuar los nombres más adecuados para estos dos espacios ciudadanos. Ello no ha sido posible ante el frontal rechazo de esta moción por parte de la derecha gobernante local que, de este modo, ha dejado pasar una buena ocasión para limpiar y democratizar el callejero urbano.

De Emilio Díaz Ferrer y Gascón (1896-1966) no pretendo destacar su abundante currículum como servidor fiel y entusiasta de la dictadura, simplemente por el hecho de que no lo considero como "meritos" homologables ni aceptables para una sociedad madura y plenamente democrática como la actual. Por ello, resulta preciso recordar que, cuando desde determinadas instancias políticas se indica que Emilio Díaz fue " un personaje relevante" y del que se dice "que trajo la enseñanza a la ciudad de Alcañiz" , habría que recordar cómo era la enseñanza en aquellos años del franquismo en el primer Instituto que, siendo Díaz alcalde se estableció en la ciudad: qué educación era aquella, saturada de autoritarismo, pensamiento único y conformismo social. En este sentido sería bueno recordar que, la enseñanza, vino a Alcañiz varios siglos antes, de la mano de los humanistas alcañizanos del Renacimiento, en los que hallamos muchos más valores éticos que en el triste páramo cultural en que convirtió a España la dictadura al reprimir de forma implacable la libertad de pensamiento. Igualmente, el decir que, durante el prolongado mandato de Díaz com alcalde, procurador en Cortes y jerarca del partido único se alcanzó un cierto grado de "progreso" , es una perversa deformación histórica que sólo pretende justificar diversos aspectos de la dictadura: es como exaltar al franquismo porque hacía pantanos, a Hitler porque inició la construcción de autopistas o a Mussolini porque desecaba zonas pantanosas. Cuando esto se dice, se olvida lo esencial: el respeto a la libertad, la valoración de la misma, que es el componente básico de toda sociedad y, de no existir ésta, de poco vale el supuesto "progreso" que se puedan arrogar las dictaduras y sus serviles colaboradores.

Emilio Díaz defendió siempre sus intereses de clase: primero como monárquico conservador maurista y, cuando pasados los años vió estos amenazados por la política reformista de la II República, optó por financiar primero y, alistarse después con entusiasmo combativo, en las filas del naciente fascismo español. Tras la victoria militar de los sublevados, su labor política la desarrolló en los años más duros de la dictadura (1940-1955), en los que la represión era más implacable y la miseria más acuciante.

En cuanto al general Joaquín Cebollino von Lindeman (1889-1938), militar franquista que ocupó Alcañiz durante la guerra civil y que tuvo una destacada actuación en las batallas de Jarama, Alfambra y Ebro, tampoco tiene ningún sentido que una calle honre la memoria de un militar que se sublevó y combatió al gobierno legítimo de la República. A Cebollino, el ayuntamiento franquista de Alcañiz, presidido por Emilio Díaz, le dedicó una calle en 1944: y todavía se mantiene, algo que resulta incomprensible.

Como decía la voz siempre comprometida de Susan Sontag, fallecida recientemente, en ocasiones, "la política no es algo hermoso, pero tomar partido sí lo es" . Por eso, hoy, ante temas como este, soy de los que toman partido por una causa que, como la planteada por el PSOE alcañizano, considero de absoluta justicia.

*Fuente : El Diario de Teruel. 17 de enero de 2005