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«El franquismo como modelo político está muerto y bajo una losa»

ENCARNA NICOLÁS CATEDRÁTICA DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA. Acaba de publicar 'La libertad encadenada. España en la dictadura franquista (1939-1975)', un trabajo de síntesis reforzado con nuevas investigaciones

PEDRO SOLER/MURCIA LA AUTORA Y SU OBRA

Encarna Nicolás publicó en 1982 Instituciones murcianas en el franquismo, su tesis doctoral, primera que sobre el régimen de Franco se defendía en las universidades españolas. Ha sido coautora de Los niños de la guerra de España en la Unión Soviética. De la evacuación al retorno (1937-1999) y Disidencias en el franquismo (1939-1975).

Monografía con ingente material Catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Murcia, Encarna Nicolás acaba de publicar La libertad encadenada. España en la dictadura franquista 1939-1975 (Alianza Editorial, 2005), «un trabajo minucioso, hecho con esfuerzo y rigor, que se distancia de ideologías concretas y que puede ser una referencia para nuevas investigaciones». La autora, que ya ha publicado otros libros sobre este período tan discutido de la España contemporánea, afirma que esta obra no ha pretendido aprovechar el treinta aniversario del fin de la dictadura franquista, sino que es «el resultado de mi trayectoria de trabajo; un resumen de libros y su puesta al día, con sugerencias y nuevas investigaciones con fuentes primarias».

-Su ideología personal, ¿ha influido en el enfoque de esta etapa de historia de España?

-Eso es lo menos. La importancia para un historiador está en plantear una hipótesis de trabajo y confirmarla con las fuentes. Luego está su ideología, lo acepte o no. Lo importante es analizar y ejercer la crítica, aunque a veces aparezcan datos que chocan con la propia visión de las cosas.

-Entonces, lo enfoca todo con la mayor imparcialidad.

-Creo que no, porque toda la historiografía tiene algo de subjetividad, incluso en el tratamiento de la historia antigua. Lo importante es afrontar el período y la relación del poder con la sociedad. Yo tengo una posición clara: rechazo la falta de libertades; por eso el libro se titula La libertad encadenada. Eso supone situarme en una posición, pero lo cierto es que la libertad estaba encadenada para todos, hasta para los vencedores. Había acabado la guerra civil, pero seguía el estado de guerra, con la ley marcial. Y estaba el Fuero de los Españoles que, aunque reconocía las libertades, de hecho no se podían ejercer, porque un artículo suspendía todos los demás.

-¿Se aportan en el libro nuevos datos, investigaciones, cifras...?

-Es uno de los pocos que ha sido escrito por una sola persona, para tratar de un período tan extenso. Esto requiere un esfuerzo de interpretación de toda la realidad: sociedad, economía, política, cultura... Supone también estar al día de todas esas parcelas, en las que se ven las carencias y se proponen soluciones. Es una aportación útil para esa etapa.

-Por lo que ahora se lee y se ve, parece que Franco no aportó nada bueno a España.

-A veces personalizamos mucho en Franco, como si todo hubiera dependido exclusivamente de él; pero un liderazgo no se produce si no hay mucha gente detrás. Y detrás de Franco estaba el ejército, que era su pilar básico; la Iglesia, que era su legitimidad; colaboradores de todas las tendencia que se adaptan y se someten a la propuesta del Movimiento... Y, tras la etapa de oscurantismo de los años cuarenta, con hambre y una represión atroz, se pasa a otras etapas, en las que aparecen profesionales preparados, que promueven un plan de estabilización económica, que contribuye a eliminar trabas económicas. Todo esto es algo bueno, que viene bien a la sociedad española.

-Tampoco se comprende que Franco, al que definen como persona de mediocre inteligencia, pudiera gobernar durante cuarenta años.

-Franco no sería una persona brillante, intelectualmente, pero no era tonto. Si consiguió durante la guerra ser el único mando, incluso teniendo en contra a algunos generales de la Junta Militar, y se mantuvo tanto tiempo en el poder, tonto no era; mediocre, como tantas personas, pero sabiendo relacionar los intereses de todos los grupos que apoyaron la rebelión militar y su régimen.

-¿Qué calificativo le adosaría usted?

-Astuto.

-¿Y toda la dictadura franquista?

-Es algo homogéneo, que se puede dividir en tres subperíodos. Durante el primero, más parecido al régimen fascista, Franco se siente, a pesar del bloqueo de 1946, centinela de Occidente. Después, por haber sabido esperar y aguantar, como le decía Carrero Blanco, viene una etapa de reconocimiento internacional, con los pactos con Estados Unidos, en 1953, y el concordato con el Vaticano. Es el espaldarazo que Franco recibe de la principal potencia internacional, y una escalada favorable para entrar en la ONU, en diciembre de 1955. Eso no quiere decir que haya desaparecido la represión, pero se ha atenuado. Y en un tercer subperíodo surge un desarrollo económico extraordinario, que no depende del régimen en sí mismo, sino de la coyuntura favorable y otras razones, como los emigrantes, las inversiones extranjeras y el turismo.

-Pero, ¿por qué este reconocimiento, tras tanta condena internacional contra Franco y su régimen?

-Habría que volver a la durísima represión de escarmiento de los años cuarenta, que promueve el silencio de la resistencia. Muchos represaliados y opositores al régimen no hablan de esto con sus hijos, para que no tuviesen problemas en el ámbito social. Cuando son luchadores durante la transición, se enteran de que sus padres habían estado en las cárceles. Por otro lado, está la capacidad de adaptación y sumisión. Esto sucede, sobre todo, durante los años cincuenta. Si el Vaticano apoya al régimen; si Estados Unidos firma un pacto..., los demás países dicen entonces que no será tan malo el régimen de Franco.

-En el libro se incluyen fotos y datos sobre Murcia. ¿Cómo se vive en esta tierra los años de la dictadura?

-He utilizado muchos ejemplos referidos a Murcia, porque en mis proyectos de investigación trabajo sobre Murcia. Tengo pendiente la publicación de una obra, en colaboración con Carmen González Martínez, sobre Murcia exclusivamente. Del archivo del obispado he sacado una información extraordinaria. He encontrado un informe de la Falange en el que se dice, en 1939, que Murcia es roja. Esto llama la atención, porque había sido una ciudad tranquila durante la guerra, sin grandes enfrentamientos. O se habla de un gobernador, Sergio Orbaneja, quien afirmaba que había que hacer el trabajo sucio de las ejecuciones y de las purgas, porque sin infantería no se ganaban batallas. En el epílogo dedico muchos ejemplos al momento de la muerte de Franco y su repercusión en Murcia, o el temor del gobernador ante las huelgas y la configuración de los partidos.

-¿Usted cree que el franquismo ha muerto, como se dice?

-Como modelo político, sí. Es evidente, y está bajo su losa en el Valle de los Caídos; pero tantos años de dictadura hacen que a una sociedad le cueste adaptarse a tendencias diversas y al pluralismo ideológico. Eso a veces se nota, en la intolerancia, en el modo de afrontar el orden. Se han estereotipado las ventajas o las perversidades del régimen, y hay pautas muy conservadoras, que desde pequeños hemos estado oyendo y que se han transmitido en similitud a orden y progreso.

La Guerra Civil

-¿Se refiere a la sociedad o a la ideología de determinados partidos?

-Los partidos tienen responsabilidades sociales importantes. Entre ellos se traslada la crispación a la sociedad, en forma de despolitización, de pasar de las disputas... En una encuesta reciente se dice que el sesenta por ciento de los españoles pasa totalmente del franquismo y de lo que ha supuesto. Lo considero muy grave. O que un veinte por ciento no tenga conocimiento de lo que fue...

-¿Y le parecen lógicas las continuas y recientes referencias a la guerra civil?

-Pienso que sí, por una razón doble. Durante la transición se selló una especie de pacto de olvido para no mencionar la guerra civil. No se han resuelto ciertas lagunas como, por ejemplo, lo de las fosas comunes y el número de desaparecidos. Franco tuvo mucha suerte, porque su régimen dura largo tiempo, y siempre se recuerda la parte final; pero, claro, los que sufrieron la represión y tuvieron que olvidar aquello, ahora quieren honrar a sus muertos, saber donde están.

-También, con el problema de la educación, la laicidad del Estado, el poder de la Iglesia... hay quien dice que estamos volviendo al 31.

-Las coyunturas son totalmente diferentes, pero la Iglesia, que en 1937 había apoyado, como cruzada, el régimen de Franco, se ve recompensada desde 1939. El asesinato de muchos sacerdotes y religiosos forma parte de la actitud que la Iglesia va a mantener en contra de los opositores al franquismo, no apoyando, pero sí tolerando o colaborando con la represión. Los privilegios que tiene en la educación, en la sociedad, en la moral, en las costumbres, en la protección a la mujer..., todo eso lo pierde con la democracia.

-¿Todavía nos queda mucho que conocer sobre Franco y su régimen?

-Aún hay muchas fuentes que no son accesibles, como el archivo de la Fundación Francisco Franco o los archivos militares de las capitanías generales, con un acceso restringido. Los consejos de guerra se están destruyendo y quién sabe del expurgo que se está produciendo en la Fundación.

*Fuente: La Verdad.es, 28 de noviembre de 2005