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A la memoria de don José Maldonado

RAFA LORENZO

Celébrase hoy sábado, coincidiendo con la conmemoración del 132.º aniversario de la I República española, el vigésimo aniversario del fallecimiento de don José Maldonado González, insigne personaje que fuera alcalde de Tineo, consejero de Obras Públicas y último presidente de la República española en el exilio. La cita en honor de su memoria será a las once menos cuarto en el cementerio parroquial de La Espina (Salas), donde reposan sus restos, y, a partir de las doce y media, en la Casa de Cultura de Tineo, donde el ilustre historiador don José Girón, sin duda uno de los que mejor conoce la vida y obra del preclaro tinetense, dará una conferencia titulada «Semblanza de don José Maldonado», al que seguirá otra de don Francisco Prendes, abogado y columnista de LA NUEVA ESPAÑA, vicepresidente primero del Ateneo Republicano de Asturias, encargado de disertar sobre «La República». No faltará luego el homenaje espontáneo, ante el sencillo monumento que recuerda al político tinetense, obra del artista de Navelgas Manolo Linares, en las inmediaciones de la plaza Mayor de esta villa.

Conocí personalmente a don José Maldonado en su casa de Oviedo en el otoño de1984. Por aquel entonces teníamos en Tineo una emisora de radio Antena Occidente; sabedor él de la existencia de este medio de comunicación, por deseo expreso suyo, a través de unos allegados y ansiado interés nuestro, grabamos una larga entrevista en su propio domicilio al que nos desplazamos dos «intrépidos reporteros» de aquella radio local, Senén González  y un servidor.

Estuvimos toda una tarde en el salón  de aquel piso modesto y moderno de la capital asturiana, lindero con la plaza de «las sedes»; alternaba en la vivienda  la sobriedad de un domicilio austero con la abundancia de recuerdos familiares y del exilio, extensa y vieja biblioteca, muchos legajos y periódicos antiguos y actuales, algunas grabaciones de bobina grande, en francés, y la imagen constante en las repisas y aparadores de doña Rosalía, esposa y mujer imprescindible en la vida de un hombre singular. Maldonado, octogenario y viudo, aún estaba enamorado de ella.

Hablamos del pasado y del presente, preguntas de rigor, históricas y biográficas, las cuales don José reconducía siempre hacia su Tineo del alma. Se interesaba por la vida cotidiana de su pueblo y su concejo, de aquellas calles principales que en su tiempo llevaban los nombres de Riego, Campomanes o Jovellanos, de las gentes ya desconocidas para él, de los proyectos y, aun más, de las obras del nuevo cementerio municipal, entonces en construcción, donde reiteraba su deseo de que en él   fuesen depositados sus restos mortales cuando en su huerto pisase la parca, a la que aguardaba sin temor, ni prisas, sabiéndola compañera inevitable, desgraciadamente más próxima de lo que pensábamos.

Rubricamos la charla con unas pastas y una copa de buen vino servido por aquella inefable asistenta, ¿doña Amalia?, mayor, pequeña, ancha, sensata,  tan gruñona como desmesurada en atenciones y cuidados a nuestro anfitrión y hacia nosotros mismos. Brindamos por Tineo y su futuro, al que el auspiciaba muy ventajoso si llegaba la III República, más pronto que tarde.

La entrevista radiofónica fue emitida, sin cortes ni «reparos», al poco de regresar a nuestra villa. Cuando salió a las ondas, la audiencia elevó a la máxima temperatura todos sus parámetros termométricos; hubo de repetirse a los pocos días porque así lo pidieron infinidad de vecinos. Luego, pocos meses después, volvía a reproducirse al enlutecer las emisiones la triste noticia de su fallecimiento, el 11 de febrero de 1985.

Dos años después, en el segundo aniversario de su muerte, el Ayuntamiento de Tineo editaba un folleto con la trascripción literaria de aquella entrevista.

En aquel tiempo de incipiente invierno, cada vez que iba yo a la ciudad vetusta pasaba por la cafetería San Remo, donde el apreciado político solía tomar, a eso de las once, un piscolabis y mantener amena tertulia con sus allegados. Charlábamos largo y tendido, única y exclusivamente de Tineo, yo le llevaba noticias frescas del pueblo, él me agasajaba con su aliento en mis aficiones por las letras y la música. Fue por desgracia e n contadas ocasiones, pues pronto la enfermedad lo apartaría físicamente de entre nosotros.

Hoy de nuevo, en febrero, ¡ya han pasado veinte años!, muchos tinetenses y asturianos venidos de otros puntos alzaremos nuevamente la copa señera de la prosperidad, brindando por su memoria, por el recuerdo y alabanza de un ser rebosante de humanidad, honradez y sabiduría, como muy bien siempre le ha reconocido su pueblo soberano, para el que él, don José Maldonado, desde el principio al fin de sus días, auspició y deseó un verdadero futuro de bienestar, convencido de principio a fin, como tantos otros seguidores suyos, de que ha de venir de la mano de la III República.

Rafa Lorenzo es cantautor.

*Fuente: La Nueva España, 12 de febrero de 2005