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La profesora que se marchó al exilio en el tren de Machado

M. P.  -  Barcelona

En 1936, Núria Folch (Barcelona, 1915) miraba el futuro con optimismo. Se acababa de licenciar y su estupendo expediente la llevó a ocupar una plaza como profesora ayudante en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona.

En 1939 tomaba el camino del exilio junto con otros docentes de su universidad. Las tropas de Franco estaban en las puertas de la ciudad, y fueron muchos los que la avisaron para que abandonara Barcelona. Con 15 años ya militaba en el Partido Comunista, y aunque después se desmarcó, siguió colaborando con sus "compañeros rojos", como ella dice. Y sabía que iba a ser objetivo seguro. Hizo caso de sus compañeros, lo abandonó todo y se fue a Francia. Por el camino, cerca de la frontera, una noche durmió en un atestado vagón de tren junto a Antonio Machado. Recuerda que el poeta, ya muy enfermo y que moriría pocos días después, era acunado como un niño por su madre, de 90 años.

"Se fueron los mejores. La llegada del franquismo fue una desbandada en la universidad, y la represión y el exilio fue una sangría de talentos", explica Folch. Esta mujer de casi 90 años, de ojos claros y voz firme, recuerda desde su domicilio en Barcelona que "la mayoría de los que se fueron ya no volvieron, ni sus hijos tampoco, lo que supone una pérdida de la que ya nunca nos podremos recuperar".

Los dos hermanos de Núria también se exiliaron: Albert también era profesor y había trabajado en el equipo médico del doctor Trueta, que revolucionó la cirugía de guerra y evitó las continuas amputaciones. Jordi ganó una beca del Instituto Rockefeller y fue catedrático de Harvard. Los tres hermanos son un ejemplo de lo que perdió el país en el terreno docente.

Folch, como muchos otros, se refugió en Francia, y también en Santo Domingo y México. Siguió ejerciendo de profesora hasta que, en 1948, optó por volver a Barcelona. "Ya me habían avisado, pero la sensación fue indescriptible: la ciudad estaba remozada de un triste polvo gris y apestaba a aceite mal refinado".

*Fuente : El Periódico. 24 de Enero de 2005