Vuelve el 36
ANTONIO ELORZA
Cada diez años vuelve a visitarnos el espectro de la Guerra Civil. En 1996
fue especialmente cordial y tuvo como momento estelar la visita y homenaje a
los veteranos de las Brigadas Internacionales. No se les hizo demasiada
propaganda, el programa a que se vieron sometidos fue de rigidez
cominterniana y, sin embargo, la acogida popular fue muy emotiva. Recuerdo
la inmensa ovación que ofrecieron los estudiantes de mi facultad a un
pequeño grupo al que invité para que relatasen sus experiencias en la guerra
y la ulterior del estalinismo. Lo encabezaba Lise, la viuda de Arthur
London. La concesión de la nacionalidad española a los brigadistas pareció
una señal de que la reconciliación se había alcanzado. Al borde ya de una nueva conmemoración, no es seguro que el clima de
cordialidad vaya a reproducirse. Los preliminares anuncian una clara
polarización en los juicios, y sobre todo una detestable deriva de signo
demagógico, inclinada a los intereses y a la sensibilidad de la extrema
derecha. En los años que siguieron a la muerte de Franco, los nostálgicos se
conformaron con devorar los libros de Vizcaíno Casas. Ahora el problema es
más grave. El PSOE en el Gobierno hizo muy poco por fomentar la memoria
histórica, que jugó espontáneamente a su favor cuando en 1993 alguien puso
en circulación la especie de que una victoria del PP significaba el retorno
del franquismo. No se ocupó de fomentar la explicación a los españoles de la
grandeza que en su fracaso representó la democracia republicana, ni siquiera
del papel desempeñado por los socialistas en la construcción del régimen.
Cuando siendo ministro Semprún hubo una tímida y contradictoria colaboración
de Cultura en el homenaje a Azaña en Montauban, el excelente libro
resultante ni siquiera fue traducido al español. Hasta Prieto ha sido objeto
de un olvido deliberado. Menos mal que una serie de investigadores pusieron
por su cuenta en marcha esa aspecto esencial de la memoria que es el
análisis de la represión franquista. La importancia de su aportación es cada
vez mayor, pero la justa condena del franquismo deja en la sombra la
explicación del periodo republicano y por tanto abre la puerta a la
equidistancia que plantea Bennassar en el último artículo de Claves: la
responsabilidad de ambos bandos es comparable, y el plus del franquismo
reside en la represión.
Ahora bien, el revisionismo no surgió de la pluma de historiadores, sino de
la acción panfletaria de un pequeño grupo de publicistas que desde hace unos
años viene vendiendo con éxito una visión apocalíptica de nuestros años
treinta, orientada a encandilar a la derecha. No encontraron obstáculos.
Recuerdo cuando en estas mismas páginas se recogió la afirmación de uno de
ellos, cargando en un libro contra el mito de las Brigadas Internacionales
sin haber visitado siquiera su archivo en Moscú ni conocer los principales
libros recientes sobre el tema. Luz verde para el elogio. De acuerdo con
esta visión maniquea, el papel desestabilizador de Octubre del 34 resulta
desligado del contexto europeo y español, y sin más es presentado como
inicio de la Guerra Civil. Como si el general Sanjurjo no se hubiera
sublevado ya en el 32, el austriaco Dollfuss no existiera y Gil Robles fuese
Adenauer. El quinquenio republicano queda reducido a un museo de horrores,
que además sirve para descalificar agresivamente al actual Gobierno.
Solamente queda celebrar el regreso de Franco como artífice de una
modernización autoritaria. Primo de Rivera ya le precede en esta
revalorización póstuma.
Es de esperar que los historiadores intenten escapar de esa tela de araña.
No se polemiza con un panfletario. El magnífico libro de Anthony Beevor
sobre la Guerra Civil, utilizando esta vez de verdad los archivos de Moscú y
la reciente bibliografía sobre el conflicto, es un ejemplo de cómo explicar
la lógica de la guerra, no limitarse a contar batallas, y también de cómo
entender que si hubo muchas más víctimas en el sector republicano, por la
represión de la guerra y de la posguerra, ello no es fruto de la casualidad,
sino de una vocación de exterminio que impulsaba ya antes del 18 de julio a
los militares sublevados: la "operación quirúrgica" de que habla Franco en
noviembre de 1935. Otra cosa es que libros como éste logren contrarrestar el
efecto sobre la opinión pública de la cascada de panfletos.
*Fuente: EL PAÍS - España - 17 de Septiembre de 2005.
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