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Los primeros Emigrantes

El fenómeno emigratorio español que comenzó de forma masiva a finales de la década de los años cincuenta, confrontó a nuestros emigrantes con un numeroso grupo de españoles, algunos nacionalizados franceses, alemanes, o austriacos, ya asentados en los países europeos. Siendo estos emigrantes en su mayoría jóvenes, niños durante la guerra civil y educados por el régimen gobernante desde abril de 1939, desconocían casi totalmente la existencia de los exiliados españoles, así como su camino recorrido en esas décadas.

En España mismo, la tupida censura oficial toleraba apenas alusiones veladas hacia los españoles transpirenaicos, si no era para calificarles de bandas incontroladas de asesinos marxistas, o con adjetivos parecidos no menos altisonantes, siempre relacionados con la conspiración judeo masónica que permanentemente atentaba contra el Gobierno victorioso de la Cruzada contra el comunismo ateo.
Tras el giro tomado por la prensa en general a finales de los años sesenta, hubo un diario madrileño en el que dos periodistas, con la publicación de varios artículos, levantaron ligeramente el velo que cubría este período de nuestra historia contemporánea.

En el año 1970, uno de estos periodistas publicó un trabajo más extenso y centrado sobre los campos de concentración en los Suplementos de Cuadernos para el Dialogo, que, a pesar de su indudable valor por incluir narraciones inéditas, no llegó a la masa de lectores.
Algunas editoriales, preocupadas por el tema o quizás adivinando el interés que se despertaría años después, habían sacado a la venta en este período los primeros libros sobre el mismo, alguno escrito por sus mismos protagonistas, como "K.L. Reich" del catalán Amat Piniella o "Los SS tiene la palabra" de los italianos Pappalettera, pero que también fueron conocidos solamente por una minoría.

Sin embargo, en la actualidad, el ambiente ha cambiado totalmente, la odisea de nuestros exiliados es de dominio general y decenas de libros se ofrecen al lector interesado, abarcando todos los escenarios por los que han pasado: éxodo al final de la guerra civil, campos de concentración franceses, segunda guerra mundial, "maquis" y, por último los campos de deportación alemanes. Últimamente, a esta larga lista de autores y títulos ya existentes, se han sumado otros nuevos, algunos muy polémicos, presentando aspectos hasta ahora inéditos o tratados de forma accidental, como las cadenas de evasión organizadas en la zona pirenaica para salvar a las personas buscadas por la GESTAPO en la Europa ocupada por el nazismo, u otros puntos de vista sobre la vida en los campos de concentración, tanto en los de España como los ubicados en Europa.
Además habría que añadir los libros y boletines que, editados en Francia y Austria por las Asociaciones de Antiguos Deportados y combatientes, analizan puntualmente aspectos referidos al exilio, y a la resistencia antinazi y antifascista.

Sin embargo, aún falta el documento que, profundizando en todo lo ocurrido a este medio millón y pico de exiliados, narre cronológicamente y de forma documentada este período 1939-1945, que, ni que decir tiene, será necesario para la comprensión de las generaciones venideras que deseen analizar el parón socio-cultural-económico que representó para España la guerra "incivil" y la posterior emigración que se produjo.
Trataremos en fechas próximas de exponer, aunque sea brevemente, lo que fue aquella salida masiva de mas de medio millón de compatriotas en los últimos días de la contienda, provocada esta por la sublevación de un grupo de militares perjuros contra el Gobierno legal de la República, su posterior miserable acogida por el Gobierno Francés de estos refugiados y su dispersión por Francia e Hispanoamérica.

Iniciando unos ligeros apuntes partiendo de septiembre del 1939, inicio de la Segunda Guerra Mundial, podemos ver que, al ser invadida Polonia por los ejércitos alemanes y ser declarada la guerra entre Francia y el Eje, el Gobierno francés encontró la solución al problema ocasionado por los cientos de miles de republicanos españoles refugiados en su territorio. Así les ofreció a éstos elegir entre el regreso a España, gobernada por Franco con cruel mano represora, o el enrolamiento voluntario en el ejército francés, en los Batallones de Marcha y en la Legión Extranjera, o en Compañías de Trabajadores.

Muchos, al resultarles la primera solución inaceptable, veían en la segunda la posibilidad de proseguir la lucha contra el fascismo, asociando sus ideales políticos a la figura de la República que les había acogido aunque de forma obligada y con multitud de vejaciones. De esta manera tomaron nuevamente las armas y las herramientas y partieron a luchar en defensa de su país de "acogida".

En 1940, durante la llamada "Drôle Guerre", muchos de ellos, fueron afectados a Compañías de Trabajo (CTE) y destinados a la Línea Maginot para reforzar fortificaciones. Posteriormente muchos fueron abandonados a su suerte por sus oficiales franceses -mayoritariamente partidarios de un Gobierno fuerte como el alemán - ante la penetración de las columnas blindadas alemanas por la retaguardia francesa. Algunos, llegados por sus medios hasta la frontera suiza, fueron hechos prisioneros por los germanos que, con su rápido avance, la habían alcanzado con anterioridad. Otros que lograron entrar en Suiza, junto con sus mandos franceses, fueron encerrados en trenes bajo promesa de las autoridades helvéticas de conducirles a un punto en el interior del país donde se estaba reagrupando a los fugitivos, aunque en realidad fueron entregados al ejército alemán en la frontera de ambos países.

En cuanto a los enrolados en la Legión Extranjera y los Batallones de Marcha, sin caer en el chauvinismo, se puede asegurar que los españoles fueron coprotagonistas en todos los escenarios de la guerra de Europa y África, así como en Oriente Medio. Su destacada presencia en la acción de Narvik, en Noruega, en el cuerpo expedicionario francés a Siria, en Bir-Hackeim y en El Alamein, entre otras más, ha quedado registrada en las crónicas militares de aquel momento.


Monolito en memoria de los soldados franceses, ingleses
y españoles
muertos en las acciones de Narvik (Noruega). 1940.


Españoles en el norte de África. Bir-Hackeim

Aunque, quizás, la hazaña más conocida sea la del grupo que, al mando del por entonces coronel Leclerc, atravesó miles de kilómetros de desierto desde la región del Tchad para unirse a las fuerzas de la Francia Libre, al mando del general De Gaulle. En su recorrido, españoles de los campos de concentración del norte de África, refugiados en el Marruecos francés y Argelia y desertores de la Legión extranjera se fueron integrando al grupo primitivo.

Éstos formaron el núcleo de la legendaria IX Compañía perteneciente al III Batallón del Regimiento de Marcha del Tchad de la 2ª División Blindada, también llamada de los Cosacos, que tuvo el honor de entrar en primer lugar en el sublevado París en agosto de 1944 y prosiguió su lucha contra las fuerzas alemanas liberando la ciudad de Estrasburgo y terminando con la ocupación del refugio alpino de Hitler en Berchstegaden en abril de 1945.
Estas fuerzas de la IX Cia. al mando del capitán Dronne que se adelantaron al grueso de la II División Blindada de la Francia Libre para "liberar" simbólicamente París, llevaban como segundo jefe un castellonense, el teniente Amadeo Granell de Burriana, y casi toda la tropa eran españoles en vehículos blindados que lucían en sus costados nombres de ciudades o batallas de España.


Un vehículo de la IX Cia. a su llegada al Ayuntamiento de París.
Agosto 1944.
La bandera es la tricolor de la República Española.

Una vez entrados en la ciudad colaboraron con la F.T.P.F.-Franc-Tireurs et Partisans Français-, entre las que también se encontraban españoles enrolados, hasta la llegada del grueso de la División y cuyos combates finalizaron con la rendición alemana y la total liberación de la ciudad en agosto de 1944. La importancia de esta entrada en París, fue reconocido por las autoridades francesas, designando a los españoles de la IX Cia. para formar la guardia de honor a la entrada del General De Gaulle en el París liberado.
Cuentan los protagonistas, aunque nunca ha podido ser confirmado fehacientemente, que a un extremeño, llamado Antonio Gutiérrez, le cupo la satisfacción de recibir la rendición del general Von Choltitz, comandante alemán del Gran París.

Un escenario guerrero en el que la presencia española no ha sido muy aireada, tal vez por las razones que ahora veremos, fue el reembarque de Dunkerque. Aquí, en número considerable, nuestros compatriotas prefirieron morir con las armas en la mano a rendirse y ser ejecutados sumariamente por los alemanes que los consideraban francotiradores y no fuerzas combatientes sujetas a la Convención de Ginebra. Por parte anglo-francesa, tampoco se les proporcionó mejor suerte y les fueron regateados no sólo auxilios sanitarios a los heridos, sino además un lugar en los barcos que regresaban a las Islas Británicas. Quizás aquí se diera una anticipación de lo que sería la suerte de los "españoles rojos", los cuales, aún después de finalizar la guerra, siguieron siendo mirados con desconfianza por los gobiernos vencedores, a pesar de la colaboración que habían, indudablemente, prestado en todos los frentes.
Tras el armisticio de 1940 y la división de Francia en dos zonas, una de ocupación y la otra colaboracionista con capital en Vichy, en la zona fronteriza franco-española se inició una enorme actividad de resistencia al invasor por parte de los republicanos españoles allí asentados. De esta manera se formaron grupos de partisanos que se distinguieron con sus acciones, alcanzando algunos de sus jefes las máximas condecoraciones de la Francia Libre.

Estos grupos primero reducidos luego llegaron a constituir el Ejercito Guerrillero Español. Entre estos jefes de "maquis", Cristino García uno de los que alcanzó mayor notoriedad por la acción llevada a cabo contra la Prisión Central de Nimes, que terminó con la liberación de algunos destacados detenidos, y la Batalla de La Madelaine. Al terminar la guerra europea, el mismo Cristino penetró con otros compatriotas en España para reorganizar la resistencia armada contra el gobierno de Madrid; fue detenido, juzgado como terrorista y fusilado en Madrid en 1946. Sus restos reposan en el madrileño Cementerio de Carabanchel donde fue ejecutado. Un año después le fue concedido, a título póstumo, una de las más preciadas condecoraciones francesas: la Gran Cruz con Estrella de Plata, en reconocimiento a su labor por la liberación de Francia. Una de las muchas paradojas de nuestra historia reciente que hay que borrar, héroe para Francia y terrorista asesino para España.

En otras regiones francesas los españoles se incorporaron a los "maquis" franceses y combatieron a las fuerzas del Eje en acciones tan conocidas como la batalla del Altiplano de Gliéres en la Alta Saboya, o las realizadas en la región de Bretaña, o en la anteriormente citada sublevación de París.


El Batallón Vasco-español desfilando en Burdeos
tras la liberación de la ciudad.
Como banderas portan la tricolor republicana y la ikurriña.
Tras el desembarco aliado en Normandía, estos grupos guerrilleros que ya constituían una importante fuerza armada, intensificaron sus acciones liberando por sus propios medios ciudades francesas como Foix o colaborando en la liberación de otras como Toulouse o Burdeos. En esta última se libraron fuertes enfrentamientos con las fuerzas alemanas por parte del Batallón Vasco-español que no solo participó en la liberación de la ciudad sino también en la eliminación de un importante emplazamiento de artillería de costa en esta región.

De la actividad partisana puede decirse que, al igual que ocurrió con los militares regulares, no hubo departamento francés metropolitano en el que no se diera la presencia de algún español; aunque su zona de mayor acción, por razones obvias, fue la mitad sur del país.
Por medio de los españoles que trabajaban en los bosques pirenaicos, como leñadores y carboneros, se montó una red de evacuaciones para las personas perseguidas en Europa. Gracias a la cual se les introducía clandestinamente en España y a través de los contactos preparados se les hacía llegar hasta Portugal. El cerebro de la organización era un catalán, antiguo miembro de la Generalitat de Catalunya; el centro de operaciones era el Principado de Andorra.

Nuestros compatriotas hechos prisioneros en los primeros meses del conflicto armado fueron enviados a campos de prisioneros de guerra, siendo tratados como tales, hasta que órdenes instigadas por grupos fascistas españoles, según los datos que en la actualidad se poseen, interesados en la desaparición de estos molestos y politizados españoles, lograron que fueran transferidos a los Campos de Concentración, léase de exterminio, que bajo la tutela de las SS existían en el momento. Posteriormente, los capturados por actividades en la Resistencia o en las periódicas redadas organizadas por la GESTAPO tuvieron el mismo destino. El primer convoy de hombres, mujeres y niños españoles con destino a los Campos de Concentración alemanes salió de Angulema en agosto de 1940.


Españoles de un "Stalag" de prisioneros de
guerra antes de ser enviados a los campos
de concentración alemanes. 1940.

Pero al ser éste otro capítulo muy importante del holocausto español merece un apartado por si mismo, y que publicaremos próximamente.

S.Monsalud.
Enero 2004.