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El exilio.

"Si el eco de su voz se debilita, perecemos" (Paul Eluard)

El final de la guerra civil y el inicio de la represión franquista condenó a muchos españoles al exilio. Una diáspora hacia Europa, África, Asia, Oceanía y América, que se alargaría durante toda la dictadura.
Alrededor de 1,5 millones de españoles entre ellos niños, ancianos, mujeres, milicianos, intelectuales, políticos... todos desterrados, renunciaron a lo poco que les quedaba y cruzaron con lo puesto la frontera. Experimentando la humillante acogida, la lucha de la supervivencia, la lucha contra los fascismos, los campos de concentración, la persecución y en muchos casos la extradición, acabando gran parte sufriendo nuevamente en las cárceles franquistas.
Pero a pesar de su lucha por sobrevivir, lucharían por mantener viva la República.
Con su esfuerzo, y con la ayuda de países como el Méjico de Cárdenas, mantuvieron las instituciones republicanas en el extranjero así como el ideal de soberanía nacional y el Estado de Derecho. Esfuerzo que alentaría al llamado exilio interior a luchar por las libertades y la democracia durante toda la dictadura; dando su fruto en 1977 con las primeras elecciones libres en España desde 1939.
¿Pero qué supuso este exilio? La pérdida de una generación que quiso hacer de su pueblo una república constitucional, culta, tolerante, social y europea.
Por todo ello es necesario no olvidar nuestro pasado, revitalizar la memoria histórica. Para ello hay que empezar por homenajear y reconocer el sacrificio de estos exiliados, así como a todos los que lucharon contra 40 años de represión
Los jóvenes socialistas creemos que la defensa de la memoria histórica es esencial para la reflexión sobre nuestra sociedad, con el fin último de conseguir su progreso para poder crear un futuro integrador donde todos tendrán cabida.

El que abandona forzosamente su país, el que es acogido en otro lugar; debe hacerse perdonar su presencia, a fuerza de humildad y servidumbre. Come el amargo pan del exilio, lleva una vida de nostalgias y recuerdos, entre los impulsos frustrados de regresar a su patria - Alfonso Guerra, 2002.

David Marañón Badaya