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Los niños del 'Himno de Riego'

La exposición 'Los colegios del exilio en México' rescata la labor de los maestros republicanos

MIGUEL MORA  -  Madrid

TextoCasi 20.000 republicanos españoles salieron desde España y Francia rumbo a México tras la victoria de Franco en 1939. Con ellos iban unos 4.000 niños en edad escolar. Otros muchos fueron naciendo en la diáspora. Sus padres no tenían nada material, pero algunos habían sido maestros durante la II República y mantenían intacta la fe en los métodos pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza. Con la ayuda del general Lázaro Cárdenas y fondos de la República, aquellos maestros exiliados abrieron en territorio mexicano una docena larga de colegios. Muchos siguen abiertos hoy. Y cada 14 de abril, sus nietos mexicanos siguen cantando el Himno de Riego en las aulas.

La exposición Los colegios del exilio en México, que se puede ver en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, hasta el 27 de marzo, rescata una historia maravillosa y semisecreta. Una historia que habla de desarraigo y supervivencia, pero también de grandes palabras que quizá hoy parezcan viejas, o gastadas: cultura, patriotismo, memoria, generosidad, respeto al maestro y esperanza en la educación como motor del progreso.

En las vitrinas y las paredes de la Residencia hay objetos, imágenes y documentos que revelan el aire moderno, relajado y flexible que rodeó la tarea educadora de aquellos maestros republicanos, tipos cultos y comprometidos que tras la guerra se vieron obligados a convertirse además en empresarios de la docencia y que fundaron centros como el Colegio Madrid (bautizado así en honor del pueblo resistente) o el Instituto Luis Vives para poder dedicar su vida, como dice Alejandro Pérez Pascual, hijo de maestro exiliado, maestro él mismo y ahora director del ya sexagenario Colegio Madrid del D.F., a "reverenciar al niño".

"El niño estaba en el centro de todo", añade Pérez, y eso se ve muy bien en las fotos orgullosas de los maestros (Rubén Landa, Juan Bonet, José de Tapia, Atilano Luis, Ramón Costa...), en la recreación con elementos originales de una acogedora aula de ciencias del Colegio Madrid, en las imágenes de niños sonrientes en clases repletas y limpísimas que mezclan pupitres y grandes mesas redondas; de niños ateridos bañándose en pelotas (el higienismo), de niñas disfrazadas de flamencas, de niños merendando al aire libre; y en las cartillas impolutas escritas con letra elegante; y un libro mayor que convierte la contabilidad en una obra estética; y en los impecables volúmenes de la biblioteca del Madrid (Poeta en Nueva York, el Quijote...), o las listas de becas, o los libros que imprimían los niños de las Escuelas Experimentales según el método Freinet...

Herencia
Según el comisario de la exposición, José Ignacio Cruz, los maestros refugiados tenían en común una "única pertenencia" cuando zarparon rumbo a Veracruz en barcos como el Sinaia o el Mexique: "La herencia liberal y racionalista" que culminó, durante la II República, en la aplicación práctica de los métodos pedagógicos que venían impulsando desde antes Francisco Giner de los Ríos y otros reformistas.

Para Cruz, fue la mezcla de la necesidad y de la fe en el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, la Junta de Ampliación de Estudios, las Misiones Pedagógicas o el Instituto-Escuela (hoy, el Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid), lo que animó a aquellos refugiados ilustrados a "abrir sus propias escuelas para enseñar a sus hijos".

El éxito de su iniciativa ("la mejor prueba es que muchos colegios siguen funcionando", dice Cruz) en México, aunque hubo casos aislados en Panamá, República Dominicana, Colombia, Chile y Venezuela, se debió a una combinación de factores, añade el comisario: la generosidad con que el presidente Lázaro Cárdenas acogió a los maestros de la República ("cedió edificios, les eximió de todos los trámites, homologó los títulos..."); la simpatía con que recibieron sus ideas educativas intelectuales como Alfonso Reyes, que entonces presidía lo que luego sería el Colegio de México, y el apoyo económico de las dos grandes instituciones del exilio español, ambas radicadas en México: la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), dirigida por el ex ministro de Instrucción Pública Indalecio Prieto, y su rival, el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE), que dirigía Juan Negrín.

En el catálogo (patrocinado, como la muestra, por Caja Duero, y con textos de especialistas y de viejos y nuevos alumnos y profesores), Cruz distingue tres tipos de colegios del exilio. Por un lado, los centros de la capital, creados ex profeso para escolares españoles: el Instituto Luis Vives, primero que se fundó, en agosto de 1939; la Academia Hispano-Mexicana y el Instituto Hispano-Mexicano Ruiz de Alarcón, que cerró en 1942 por problemas económicos y fue sustituido por el Colegio Madrid, que sería el más grande. Los tres siguen abiertos.

En segundo lugar, los colegios de provincias (Veracruz, Córdoba, Cuernavaca, Tampico, Torreón...), llamados colegios Cervantes, que mezclaban estudiantes de acá y de allá: "Casi todos triunfaron y se consolidaron bien; y en los años setenta superaron incluso la jubilación de los profesores originales".

La rama más vanguardista y renovadora fue la de las Escuelas Activas, basadas en las tesis del Texto Libre del pedagogo francés Celestine Freinet: creadas por los anarquistas Patricio Redondo (en 1940) y José de Tapia (1964), y por el comunista Ramón Costa (1969), sus herederos las mantienen abiertas.

Alejandro Pérez Pascual, actual director del Colegio Madrid, dice que la muestra tiene un tinte muy sentimental: "Nos criamos en la añoranza del regreso; hoy volvemos un poco. Nuestro sello, nuestros valores, siguen vigentes frente a la tradición autoritaria. Formamos seres humanos en la dignidad, la honestidad y la razón. No tenemos ánimo de lucro. Y seguimos celebrando con los alumnos cada 14 de abril. Cantando el Himno de Riego, claro".

*Fuente : El País, Cultura. 27 de Enero de 2005

Himno de Riego cantado por los niños del Colegio Madrid en México